domingo, 8 de febrero de 2009

Cafés de ficción y otros no tanto

El cine inmortalizó muchos cafés, entre ellos el Café Américain de Rick (Humphrey Bogart) en Casablanca. En esta ciudad del norte de Africa se hizo una reproducción del café, casi tan mala como los muñecos de madera que plantaron en las inmediaciones del Corral OK, en Tombstone, Arizona, representando a los hermanos Earp, Doc Holliday, los McLowery y los Clanton, que se enfrentaron allí en un duelo a muerte el 26 de octubre de 1881.
“Tres hombres (dos McLowery y un Clanton) fueron catapultados a la eternidad en cuestión de segundos”, tituló el día siguiente en portada, a seis columnas, El Epitafio, nombre muy adecuado para un diario de la región y de la época.
El café de Rick sólo existió en la ficción cinematográfica. Otro, no menos famoso, el café Mozart que aparece en la película El Tercer Hombre, es uno de los 560 cafés que tiene la ciudad de Viena, en la que Anton Karas tocaba la cítara.
Descubierto por el realizador Carol Reed y contratado para componer la música de la película, Karas vendió tres millones de discos en la década del 40.
El café Mozart existe, repetimos, y espero encontrarme un día en él con mi amigo José Manuel Alonso Ibarrola, fanático de Carol Reed y en particular de El Tercer Hombre.
No está en París, en los alrededores del Palacio de Justicia, en el Quai des Orfèvres, ni en ningún otro lugar, la cervecería Dauphine que se cita en casi todas las novelas de George Simenon protagonizadas por el comisario Maigret. (Insistimos: no le degraden; en toda la saga es comisario, no inspector).
Es real, en cambio, el café del club nocturno Coyote que sale en Ugly Coyote, de David McNelly, con la bella actriz Piper Perado en el papel de Violet Stanford, una muchacha que llega a Nueva York con la ilusión de convertirse en cantautora y se queda en camarera, eso sí, la más eficiente y la más popular del café Coyote.
¿Cómo olvidar Bagdad Café, película que consagró a la actriz alemana Marianne Sägebrecht y el cafetín y almacén que constituía el epicentro de aquel lugar perdido en el desierto de Mohave, en California?
Más cerca en el tiempo, recordemos el café de la Guerra de las Galaxias, filmada en el pequeño y semi abandonado pueblo de Matmata, en el sudeste de la ciudad norteafricana de Túnez. Allí también se rodaron parte de otros filmes, entre ellos En busca del Arca Perdida.
Un café, o mejor dicho, una tasca de la calle Menéndez Pelayo de Madrid, El Jute, se hizo famosa porque en ella empezó a escribir Mario Vargas Llosa una de sus mejores novelas, La ciudad y los perros.
Deberíamos recordar más cafés, reales o no, en estas páginas. Pero nos acaba de sorprender el síndrome del domingo por la tarde, y ya se sabe que en ese momento terrible debe uno dejar lo que esté haciendo, por que si no, lo hará mal.
Hay que procurarse una botella de una bebida espirituosa, un vaso y un libro y encerrarse en el cuarto más lejano de la casa hasta la hora de cenar, cuando uno comerá cualquier cosa que haya sobrado del mediodía y después se irá a la cama, se enganchará con una película o una serie de televisión y se dormirá tardísimo.
Y dormirá mal, y tendrá pesadillas.



© José Luis Alvarez Fermosel

Notas relacionadas:

"El café Tortoni de Buenos Aires"
(
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“Cafés famosos”
(http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/01/cafs-famosos.html)
“Los cafés, islotes urbanos”
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“Café con anécdotas”

(http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/12/ancdotas-de-caf.html)
“Aquellos viejos cafés de Buenos Aires…”
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