domingo, 13 de septiembre de 2009

Traduttore, traditore

Hace algún tiempo dije en una cena con amigos que iba a limitarme, a partir de ese momento, a leer novelas, ensayos, tratados, informes especiales, lo que fuera, escritos en su idioma original, siempre y cuando dominara la lengua en que estuviera escrita la obra que decidiera leer, claro está; es que las traducciones, salvo algunas, son muy malas, osemos decirlo de una vez por todas.
Pero pasan los días y uno, como no es dogmático en sus decisiones, toma de pronto un libro traducido y se pone a leerlo, sin recordar lo que rabia con los errores-horrores incrustados en esas versiones.
Acabo de releer Iniciación al escándalo (L’affaire), una novela del escritor suizo-italiano Gabriel Veraldi, que en realidad es otra versión de una que había publicado con el mismo título ocho años antes, pero con el seudónimo de William Schmidt.
La venta de la primera novela fue interrumpida por cuestiones políticas. La que yo tengo es la nueva, editada por Barral en Barcelona en 1971.
No voy a dar el nombre de la persona que tradujo la obra. Me limitaré a transcribir los principales errores sintácticos y ortográficos que contiene y a dar alguna explicación, o hacer un breve comentario sin sentido crítico.
En la página 25 se escribe bujía con g.
Dos páginas después se confunde cigarro habano con cigarrillo.
En la página 32 se dice textualmente: “Henneke cogió una de las fotos y la examinó muy de cerca, con gesto de présbita” Las personas que padecen de presbicia, o vista cansada, alejan de sí la foto, el papel o el objeto que quieran ver bien; quienes lo acercan a sus ojos son los miopes.
Otra frase (página 33): “(…) como gusta decir a nuestro Presidente”. Debería haberse escrito: como gusta decir nuestro presidente, o como le gusta decir a nuestro presidente.
En la página 80, un espía revela que durante su entrenamiento aprendió a dar “golpes viciosos”. Probablemente se trata de una mala traducción de la palabra inglesa “vicious”, que quiere decir salvaje, brutal, feroz.
En la página 93 puede leerse que unos personajes andaron, en vez de anduvieron. El mismo error se comete en la página 199, donde se escribe andó en lugar de anduvo. (Resisto la tentación de contar un viejo chiste en el que se hacen juegos de palabras con andó y anduvo).
En un diálogo, en la página 120, un personaje le dice a otro: “Está segura de que yo también diré alguna tontería", cuando tendría que haberse dicho: Esté segura…
En las páginas 127 y 150 se dice detrás suyo y encima suyo por detrás de él y encima de él.
Página 144: “No me gusta abandonar a Rómolo en un país que no conoce la lengua”. Correcto: No me gustaría abandonar a Rómolo en un país cuya lengua no conoce.
Página 188: “El té con limón le hizo entrar el apetito”. Correcto: El té con limón le despertó el apetito.
Para no cansar a los lectores, porque hay más tela para cortar: se dice rectificar cuando se debe decir ratificar, se confunde la corredera de una pistola semi automática con la culata, se dice –como todo el mundo- “el jet set”, cuando es la “jet set” o “jet society” (sociedad, femenino), como el (comité) KGB en vez de la KGB. También se escribe somnolente por somnoliento.
Pues nada, eso…


© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

“La importancia del ‘cole’ ”
(
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/09/la-importancia-del-cole.html)

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