domingo, 2 de enero de 2011

Palomas

Las palomas mensajeras son más rápidas que la banda ancha, se revela en el diario El Mundo de Madrid.
Siempre se ha dicho que son muy perjudiciales, que constituyen una plaga, que habría que exterminarlas.
En Buenos Aires, en una encrucijada de calles próxima a la City, halcones entrenados a ese efecto caen en picada desde tejados y terrazas sobre ellas, cuando vuelan en bandadas al atardecer y destrozan a alguna, o a varias.
Las palomas son muy dóciles y trabajan en buena armonía con magos y prestímanos en los circos. En verano se posan en las mesas de las terrazas de los bares y picotean los maníes que se sirven con la cerveza.
A mí me trajo una vez una muchacha morena y bravía, cuando trabajaba en la France Presse, una felicitación navideña, o un anuncio, no recuerdo bien, y… ¡una paloma!, con la condición de que nada más recibirla tenía que lanzarla contra el cielo por una ventana.
Así lo hice, pero a la alegría del momento al ver a la morenaza, y sentir en mi mano el acelerado palpitar del corazoncito de la paloma, sustituyó enseguida la melancolía de quedarme solo, sin la telúrica criolla y el ligero volátil ceniciento. Una se fue por la puerta, la misma por la que entró, y la otra por la ventana. Y yo me quedé solo con mis teletipos.
Una paloma llevó una vez una rama de laurel en el pico, en símbolo de paz.
Ahora, según un experimento organizado por el directivo de la Asociación de Proveedores de Servicios de Internet, Tref Davies, las palomas mensajeras pueden ser más rápidas en ciertas zonas rurales que el más moderno sistema de comunicación, la banda ancha.
El periodista alemán Julius von Reuter, fundador de la agencia de noticias británica que lleva su nombre, transmitió mensajes por medio de palomas de Bruselas a Aquisgrán. El sistema era mucho más rápido que el correo ferroviario y permitía a la agencia distribuir antes las noticias a sus abonados.

© José Luis Alvarez Fermosel

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